¿Los alimentos pueden influir en el desarrollo cerebral del niño?
RPP. Una mala nutrición infantil puede tener malas consecuencias: Dificultades en el desarrollo cognitivo, anemia, crecimiento inadecuado del cerebro y problemas conductuales.
La OEA resalta que la nutrición es un factor de suma importancia en el desarrollo y maduración cerebral del infante. | Fuente: Shutterstock |
En los primeros cinco años de vida, los niños y niñas establecen las bases para su desarrollo a futuro. Para tener una idea, solo en los tres primeros años de vida se desarrolla más del 80% del cerebro. En este periodo, el sueño, el afecto, la estimulación y una buena nutrición son importantes para que crezcan saludables.
De acuerdo con Unicef, las carencias nutricionales en la primera infancia causan retraso del crecimiento, que afecta a casi un cuarto de todos los niños menores de 5 años en el mundo. Además de afectar a su desarrollo físico, ¿Los alimentos pueden influir en el desarrollo cognitivo (percepción, memoria, lenguaje) y en el desarrollo cerebral del niño?
La respuesta es que sí. Unicef resalta que hasta un 75% de cada comida sirve para desarrollar el cerebro del bebé, mientras que la Organización de los Estados Americanos (OEA) menciona que la nutrición es un factor de suma importancia en el desarrollo y maduración cerebral del infante.
Según el material titulado Primera infancia: una mirada desde la neuroeducación, elaborado entre la organización Cerebrum y la OEA, “El cerebro de los niños requiere de determinados nutrientes (cierto tipo de ácidos grasos), además del agua, glucosa, sal, entre otros, para cumplir con funciones esenciales y para protegerse contra el estrés oxidativo. Con ello se logra maximizar el potencial cognitivo de las siguientes etapas del desarrollo cerebral”.
¿Cómo debe ser la alimentación infantil?
Algunos alimentos indispensables para el cuerpo humano son las proteínas, el hierro, vitaminas, minerales, calcio y agua.
Una mala alimentación puede causar obesidad, desnutrición y problemas afines. De hecho, en el Perú, el 43.6% de niños y niñas menores de tres años presenta anemia. Para garantizar un adecuado desarrollo cerebral y evitar enfermedades como ésta, los padres y madres deben respetar los momentos en el desarrollo para una alimentación saludable.
Basados en los Lineamientos de nutrición materno infantil del Perú del Instituto Nacional de Salud, se debe tener en cuenta:
- Los 6 primeros meses: La leche materna es el mejor alimento para el bebé, le provee los nutrientes necesarios que lo protegen de infecciones y promueve el desarrollo del sistema nervioso. En este periodo debe darse la lactancia materna exclusiva, evitando las infusiones, el chupón y otros alimentos.
- De 6 meses a 2 años: A los 6 meses inicia la alimentación complementaria, se debe empezar con alimentos semisólidos como papillas, mazamorras y purés en 2 comidas al día. Al llegar a los dos años, el niño o niña debe tener 3 comidas principales y 2 entre comidas diarias.
Para garantizar que reciban los nutrientes necesarios, se deben incluir diariamente alimentos de origen animal, como carne, hígado, pescado, sangrecita y huevo, siempre teniendo en cuenta un incremento progresivo en la cantidad. De igual manera, debemos incluir productos lácteos, frutas y verduras.
Es fundamental evitar las bebidas azucaradas de bajo nivel nutritivo y se recomienda enriquecer una de las comidas principales con una cucharadita de grasa (aceita, mantequilla o margarina). Recuerda que, aunque empiecen a comer otras cosas en este periodo, es recomendable seguir con la lactancia materna al menos hasta los 2 años.
- De 2 a 4 años: A esta edad pueden recibir la misma alimentación que el resto de la familia. De igual manera, es importante la ingesta de agua, verduras, frutas, carnes y lácteos diariamente.
EL DATO:
La buena alimentación debe empezar incluso desde el embarazo. Es fundamental que las madres tengan una dieta equilibrada, dejando de lado el alcohol, el tabaco, las comidas muy aderezadas y el ají.
Una mala nutrición afecta el crecimiento del feto y origina alteraciones en el sistema inmunológico, por lo que hay un mayor riesgo de contraer infecciones.
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